8. RIESGOS Y CONTROL DE GASES EN TANQUES CERRADOS Y FUERA DE RECIPIENTES

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Control de riesgos en los tanques cerrados. Control de riesgos de gases fuera de los recipientes. Dilución (abatir gases). Cubrir con una lona. Relicuefacción. Taponamiento y mitigación de fugas. Mitigación de fugas mediante el uso de espuma. Control de fuga de gases con ignición intencionada y controlada.



RIESGOS DE LOS GASES EN TANQUES Y RECIPIENTES

El control de riesgos del transporte de gases



8.1 CONTROL DE GASES EN TANQUES CERRADOS

Una emergencia relacionada con materias peligrosas y que afecte a un tanque presurizado, o a un tanque cerrado no presurizado que recibe el impacto del fuego exterior, es extremadamente peligrosa y precisa un control rápido y efectivo.

El responsable de la dotación que llegue en primer lugar al siniestro ha de tomar las decisiones iniciales basadas en las observaciones y evaluaciones dirigidas a determinar los procesos a seguir, ya sea de control de emergencia o de evacuación de la zona. 

La decisión para iniciar las operaciones de control de la emergencia, han de estar basadas en la apreciación de las siguientes consideraciones:


CONSIDERACIONES
    1. ¿Qué materia esta involucrada en el siniestro?
    2. ¿Cuánto tiempo hace que el contenedor está sufriendo el impacto de la llama?
    3. ¿Quiénes o que son los posibles afectados?
    4. ¿Cuál es el suministro de agua disponible?
    5. ¿Se puede aplicar agua sobre la zona afectada del tanque?
    6. ¿Cuánto tardaremos en aplicar esta agua?

Si algunas de las cuestiones anteriores no tiene una respuesta adecuada, se han de iniciar las operaciones de desalojo y evacuación.


1. ¿Qué materia está involucrada en el siniestro?

Es necesaria la identificación de la materia involucrada en el siniestro. 

Si esta materia está clasificada como materia tipo “A”, veneno tipo “DD”, oxidantes, peróxidos orgánicos, tóxicos inestables y reactivos, como el Nitrógeno o polímeros como el oxido de etileno, se han de iniciar inmediatamente las operaciones de desalojo y evacuación.

En caso contrario podremos evaluar la siguiente consideración:


2. ¿Cuánto tiempo hace que el contenedor está sufriendo el impacto de la llama?

Si durante el fuego, una llama incide directamente sobre un tanque cerrado durante un período de tiempo superior a 10 minutos, incluso con la válvula de alivio de presión operando, hemos de iniciar inmediatamente las operaciones de evacuación.

Hemos de tener en cuenta el tiempo que se ha tardado en dar la alarma y el de 
nuestra llegada al siniestro, para calcular el tiempo de evolución del incendio. Se han estudiado roturas violentas de contenedores, con resultados desastrosos, producidas por una exposición al fuego durante un período de 17 a 19 minutos, incluso en menos tiempo de exposición.

Si el contenedor lleva expuesto al impacto de una llama por un período de tiempo inferior a 10 minutos, podremos considerar el tercer condicionante, en caso contrario hemos d e iniciar las operaciones de desalojo y evacuación.


3. ¿Quiénes o que son los posibles afectados?

Si no existe un alto riesgo para la vida o un elevado daño a propiedades, evacuar la zona. Si n embargo, cuando los posibles afectados involucren a un elevado número de vidas humana o a un excepcionalmente alto valor económico, hemos de adoptar las medidas apropiadas para evitar la rotura violenta del contenedor y proteger los posibles afectados. Recuerde ¿hay alguna construcción más valiosa que la vida de un bombero?.

En casos tales como hospitales, guarderías, escuelas o complejos de viviendas, se ha de intentar el control de la emergencia, aunque solo sea para proteger la evacuación de estas edificaciones. En estos casos, durante los procesos de instalación de líneas de agua de refrigeración, podemos proteger a loa bomberos que realizan las instalaciones con otras líneas de agua de protección. Los bomberos que actúen han de estar totalmente protegidos con traje de protección y, según sea el caso, con equipo de respiración autónoma. Es necesidad de personal entrenado en emergencias para facilitar las operaciones de evacuación.

Si hay gran número de afectados o las perdidas económicas o ambientales que se derivarían de la rotura del contenedor fuesen catastróficas, hemos de considerar la siguiente cuestión.


4. ¿Cuál es el suministro de agua?

Para controlar un incendio de un contenedor se precisa un gran volumen de agua.

Es necesario un mínimo de 1.700 litros por minuto para cada cisterna de gran capacidad utilizada en el transporte de materias peligrosas y para los tanques pequeños de instalaciones fijas. 

Una consideración mucho más realista de la cantidad de agua que se precisa para refrigerar un tanque se corresponde al 10% de la capacidad total del contenedor a refrigerar. Si no podemos proporcionar este volumen de agua, es extremadamente difícil poder controlar un incendio de estas características, y tendríamos que iniciar las operaciones de evacuación de la zona.


5. ¿Podemos aplicar el agua sobre la zona afectada por el impacto de la llama?

Si el tanque, o los tanques, están en una disposición tal que impidan que el agua incida directamente donde está imputando el agua, la refrigeración no será efectiva. Este es un problema usual en los accidentes de transporte.

En el caso que no podamos aplicar agua sobre el punto donde incide la llama, hemos de iniciar los procesos de evacuación.


6. ¿Cuánto tardaremos en aplicar el agua?

Hay un corto periodo de tiempo durante el cual se pueden iniciar las operaciones de control de la emergencia. Si no podemos colocar los monitores de agua durante los primeros 15 minutos desde el inicio de la exposición al fuego del contenedor, se han de desalojar las dotaciones de bomberos e iniciar las operaciones de evacuación. Si no fuera posible el uso de monitores de agua, los bomberos que manejen las instalaciones de agua han de mantenerse bajo protección.

Si se han podido contestar afirmativamente las seis preguntas anteriores, podemos iniciar las operaciones de control de la emergencia con las debidas precauciones.


8.2 CONTROL DE RIESGOS DE GASES FUERA DE RECIPIENTES

Sin duda, la idea de contener un derrame o fuga de un producto químico en un área lo más pequeña posible o en el interior de un recipiente, es la clave de resolución de muchos incidentes.

La principal función de los equipos de emergencias, es la de minimizar los daños que puedan ocasionar las fugas tanto a las personas como al medio ambiente.

Es difícil separar en este apartado, lo que se consideran gases, y lo que son vapores que desprenden ciertos líquidos. En la mayor parte de productos peligrosos en forma líquida, cuando se derraman desprenden vapores que pueden ser altamente tóxicos o corrosivos. Así pues, nuestra primera misión siempre será la de minimizar el área donde pueden afectar estos vapores o gases.

Mientras se produce una fuga, muchos productos son capaces de asociarse químicamente con otros simplemente por el aumento de la temperatura, por acción del sol, o en contacto con el agua, dando lugar a reacciones exotérmicas y que produzcan gran cantidad de vapores. Una ignición súbita e inesperada puede ser fatal, sea por la propia ignición como por los vapores resultantes de la misma que pueden ser más tóxicos si cabe.

Con bastante frecuencia, el fuego que estamos ansiosos de apagar, también puede ser la solución a la contención de la emisión de vapores peligrosos o por lo menos, la sustitución de dichos vapores por humos no tan nocivos. La quema controlada de un producto, puede ser, en ocasiones, el método más seguro y rápido de mitigación del peligro químico en particular.

Los escapes de gas, únicamente los podemos controlar y mitigar en cierta medida.

Éstos se pueden controlar dirigiéndolos, diluyéndolos y dispersándolos para impedir su contacto con personas entrando en los edificios, o evitando que se acerquen a puntos de ignición, mientras que simultáneamente se esté intentando detener el flujo de la fuga.


8.2.1 Dilución (abatir gases)

Para la dilución y/o dispersión de un gas se precisa del empleo de algún fluido que pueda ser portador.

El más común es el agua, que en forma pulverizada, puede disolver gran parte de gas, puede abatir gran parte de la nube, y además, por el sistema de aplicación, siempre se da un aporte extra de aire que favorece su dispersión en la atmósfera. 

El agua se debe aplicar siguiendo la dirección del viento para evitar que entre en contacto con el charco, lo cual provocaría un aumento de la vaporización del producto debido al aporte de calor que proporcionaríamos en el caso de gases licuados y criogénicos.

Los gases licuados no criogénicos poseen una cierta cantidad de calor para la vaporización, frecuentemente se evaporan tan rápidamente al contacto con el aire o con la tierra, que no permanecen en fase líquida una vez que se escapan; por lo menos no en volumen suficiente como para hacer charcos. Los gases licuados no criogénicos de menor presión de vapor, como el Butano y el cloro, y aquellos que poseen altos calores latentes de vaporización, como el amoniaco, son las excepciones a esta regla; incluso los gases de alta presión de vapor, tales como el propano, pueden llegar a formar charcos si las temperaturas ambientales son muy bajas.

Los gases criogénicos, por otra parte, deben obtener todo el calor necesario para su evaporación del contacto con el aire o el terreno, y por lo tanto, forman unos charcos característicos si la fuga es de duración continuada. En tales casos, la aplicación de un fluido en el charco aumentará el índice de vaporización, provocando el efecto contrario al deseado.

Tanto los gases licuados no criogénicos, como los criogénicos, poseen un indicador de posición perfectamente visible e inherente a su naturaleza. En el caso de los gases licuados, el efecto refrigerante de su vaporización condensa el vapor de agua del aire y produce una niebla, que coincide aproximadamente con la zona en la que afecta el gas, aunque la mezcla de aire-gas frecuentemente se extiende algunos metros más allá de los bordes definidos por la niebla.

Además, los vapores que se generan de una fuga de gas licuado, son siempre más densos que el aire debido a las bajas temperaturas en que se encuentra y a la condensación de la humedad ambiental, por lo tanto, se extenderán a baja altura durante bastante distancia en dirección del viento, hasta que su temperatura llegue a la ambiental, momento en el cual dependerá de la densidad propia del gas, el que se encuentre en la parte inferior o superior, en relación con la densidad del aire.

Los principales inconvenientes de la dilución con un fluido portador, es que el fluido contiene una parte del producto, y que al caer al suelo, estamos contaminando todo lo que entre en contacto con él. De manera que es necesario contener todo el fluido que utilicemos para la dilución y dispersión de una nube de gas, a fin de neutralizarlo o recogerlo posteriormente lo antes posible.

Algunos gases reaccionan químicamente con el agua. Un ejemplo es el cloro, que en contacto con el agua, por reacción química, se forma Ac. Clorhídrico, que lo tendremos en el suelo.


8.2.2 Cubrir con una lona

Un método bastante sencillo, si se dispone de lonas suficientemente grandes, y que produce buenos resultados es el de cubrir con una lona el vehículo o la zona del escape con este material. De esta forma se produce una reducción importante en el volumen de gas en la zona circundante y en determinados casos una posible relicuefacción del mismo. 

En cualquier caso puede proporcionarnos cierto tiempo para proceder a la evacuación o confinamiento de posibles personas afectadas o para la llegada de más medios del servicio de bomberos. Es muy importante tener en cuenta que esta técnica no la debemos utilizar cuando se trate de gases inflamables debido al riesgo de ignición debido a la electricidad estática.


8.2.3 Relicuefacción

La relicuefacción supone pasar un gas, en fase aerosol, a fase líquida mediante la aplicación de distintos medios.

Un método usado por los medios de intervención de distintos países, supone la aplicación, en el punto de fuga, de un tubo o manga flexible, de un diámetro aproximado de 25-30 cm. y confeccionado con tejido tipo nylon, polietileno, PVC, neopreno, etc. Dicha conducción tendrá una forma cónica en su parte inicial y que facilitará la aplicación a la fuga.

Conseguiremos así, en el interior de la manga un efecto doble: 

  • Por un lado en el cambio de estado de líquido a gas, produce un fuerte enfriamiento (NH3 de hasta -30ºC) el cual evita que la fase aerosol pase a fase gas ya que mantiene una atmósfera a una temperatura inferior a la propia del punto de ebullición del producto.


  • Por otro lado se produce la acción mecánica de choque entre las gotas de la fase aerosol produciéndose así gotas mas grandes que condensan y pasan a estado líquido pudiendo de esta forma reconducirlo al destino deseado.


8.2.4 Taponamiento y mitigación de fugas

Palabra que nos generaliza sobre el acto de detener o disminuir un vertido o fuga de cualquier producto tanto en estado sólido (granulados, pulverulentos u otros) como líquido (hidrocarburos, corrosivos, etc. transportados en cisterna) o en forma gaseosa.

Su uso será aplicable en casos de fugas por roturas mecánicas de los contenedores, tubos o válvulas encargados de la conducción de los distintos productos y tanto en los procesos de fabricación como en el transporte.

Los orificios a taponar y su método son de índole diversa según las circunstancias que rodeen cada caso. Por citar algunos de los más comunes, hablaremos de los de las cisternas de transporte por carretera cuando han sufrido algún accidente. La parte mas comúnmente dañada suele ser la pared de la cisterna, quedando orificios en formas diversas (redondos, alargados, en forma de “siete”, etc.). 

En cada caso, y dependiendo del tamaño, forma, calidad de la pared, tipo de producto a contener, situación del vehículo (zona rural, urbana, industrial, etc.) y demás circunstancias como el hecho de poseer material adecuado o no, aplicaremos los diferentes tipos de taponamiento siendo los mas usuales:


TIPOS DE TAPONAMIENTO

Las cuñas: Fabricadas en madera u otro material sintético como el teflón, nylón, plexi-glass, caucho, etc., pueden tener la forma mas adecuada a cada caso y las mas usuales son las que tienen forma cónica, con diferentes diámetros y alturas de cono, las cilíndricas terminadas en una punta de diversos grados y las cuñas planas con bases cuadradas o rectangulares.
Su colocación es la propia que nos dicta la lógica, es decir, introducir la cuña en el orificio a taponar mediante la percusión con herramienta preferiblemente de bronce.

Las masillas: Material maleable de distintos grados de viscosidad y elaborado con materiales con poco poder de reactividad. Tiene la propiedad de adaptarse a cualquier tipo de grieta pudiendo usarse sola o como complemente de estanqueidad de las cuñas.

La viruta de plomo: O “estropajo de plomo” esta hecha de virutas de plomo que, al formar una enredada madeja sirve, a modo de masilla, también para el taponamiento directo o como complemento de otros sistemas.

Las bridas: Estos artilugios, de los que existen múltiples modelos, tanto en el mercado como de fabricación y diseño propios de cada empresa y que atiende sus propias necesidades, se usan para la contención o taponamiento en tuberías de distinta sección e incluso cisternas . Su principio consiste en
rodear y hacer presión para taponar o disminuir la fuga. Su fabricación es a base de metal y algún material adaptable como el teflón, el PVC, el caucho, etc.
Atendiendo a su especificidad, el material del que están fabricadas puede ser cualquiera. Su acción es la de actuar directamente sobre el orificio de fuga o bien para dar firmeza a la cuña, masillas, etc.,

En este apartado, podríamos incluir a las “eslingas” que rodeando el depósito o tubo y mediante tensores, contribuyen a optimizar nuestro trabajo.

Los cojines neumáticos: Reúnen la ventaja de adoptar diferentes formas y contribuir al aumento de la estanqueidad mediante un aumento de la presión aplicado mediante una botella de los equipos autónomos de respiración o compresor. Su formas mas comunes son: las cuñas para el taponamiento de
orificios, los cilindros usados en taponamiento de tuberías seccionadas o el sellamiento de desagües de alcantarillas, los cojines planos y alargados unidos a eslingas y usados en depósitos, cisternas y tuberías de gran diámetro, etc.

El parche de imanes: Menos conocido, y no por ello menos práctico, este sistema parte de la colocación de cuatro o mas imanes situados alrededor del orificio y que sirven de anclage al sistema de taponamiento.

Las ventosas: Igual que el sistema anterior pero usando ventosas en lugar de los imanes.

Otros sistemas: Los métodos a usar en el taponamiento son tantos y tan variados como la imaginación y el material del que dispongamos en cada momento. Un ejemplo de ello puede ser la colocación de una manguera alrededor del depósito, dándole las vueltas necesarias y llenándola posteriormente para conseguir presión sobre la fuga. La colocación de un puntal sobre el parche que contenga el fluido, puede ser otra solución y a esta podríamos añadir un largo etcétera que iría en función de las distintas circunstancias habidas en cada uno de los casos.


8.2.5 Mitigación de fugas mediante el uso de espuma

La espuma es el agente de mitigación de emisión de vapores más versátil.

Podemos utilizar espumas para controlar el flujo de gas producido por la vaporización de gases criogénicos, que normalmente son más ligeros que el aire.

Una capa de espuma suficientemente alta puede controlar, que no eliminar, la emisión de gas. Sin embargo, éste método solamente es aplicable en charcos bien definidos de líquido volátil y nunca en una primera fase de la fuga.

El agente espumógeno más efectivo para el control de vapores en del tipo AFFF. El uso de éste tipo de espumógeno puede reducir esta emisión hasta en un 80%, y su aplicación debe tener en cuenta los tres factores siguientes:

    1. Lanza de espuma de media expansión (entre 30:1 y 75:1). Un menor margen de expansión reduciría la efectividad de la espuma, mientras que valores más altos dejarían la estructura de la espuma a merced del viento.
    2. El espumógeno ha de mezclarse con agua a la mayor proporción que nos permita el mezclador, alrededor del 6%.
    3. Se ha de aplicar generosamente siguiendo las técnicas de aplicación para la extinción de hidrocarburos.

8.2.6 Control de fuga de gases con ignición intencionada y controlada

Para fugas importantes y de muy difícil contención, existen técnicas, que mediante la utilización de antorchas especiales que canalizan el gas hacia quemadores especiales, se puede incendiar el gas de una forma controlada. 

Estas prácticas entrañan un alto grado de riesgo, y las debemos considerar como soluciones extremas, y de ninguna manera para ser realizada por personal inexperto.

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